Conocí a TJ a través de Dorothy Geiger en la habitación número 30 del hotel Albert. Nunca supe su nombre real, pues me dijo que lo había ido perdiendo a lo largo de la vida. Era un poco mayor que yo, pero apenas lo suficiente como para que el transcurso de nuestras vidas no se solapara en ese momento. Le había sido amputada la mano derecha como consecuencia de una pelea con otra prostituta.