Las formas y los contenidos de la política

La forma de la democracia

La clásica dicotomía Forma vs. Contenido carece de sentido en casi todos los ámbitos. En uno de los extremos del espectro ideológico están los fetichistas de la forma, carcazas inocuas e insípidas, alienígenas alienados que confunden el valor de las cosas con su precio; en el otro, los fetichistas del new age, carcazas inócuas e insípidas, alienígenas alienados que confunden el valor de las cosas de acuerdo traigan o no una etiqueta antisistema pegada a la caja. Ámbos bandos están por igual equivocados.

Lo cierto es que tanto en el arte como en el mercado o en la política o en cualquier cosa, la forma es una expresión del contenido y el contenido moldea la forma. No existe nada en el mundo que carezca de forma: ni siquiera hay sentimientos amorfos. Cualquiera que esté entrando en su vida adulta y haya acaparado un mínimo de experiencia social, puede hablar de la forma (y hasta de las formas) del amor o del odio, para poner un ejemplo simple, el primero que se me ocurre.

En este sentido, hablar de la forma de la política no es un asunto menor, porque hay contenidos que no pueden existir dentro de una forma determinada y viceversa; hay formas que son la expresión de ciertos contenidos. De eso va este texto: de la forma de la democracia, o si se quiere: de las formas de las democracias. Para ilustrar esta idea voy a tomar ejemplos de la democracia alemana y de la argentina, solamente porque estoy familiarizado con ámbas.

La transparencia política y el control ciudadano

Siempre admiré la cúpula transparente del renovado Reichstagsgebäude, bajo la cual sesiona el parlamento alemán. No solo porque es una bonita pieza de arquitectura y una fuente de aire y luz naturales; sobre todo porque es un símbolo de transparencia política y control ciudadano. Esos dos valores democráticos, aunque a los sudamericanos nos cueste creerlo, son cosas que en la democracia europea (y especialmente en la alemana), se toman realmente en serio y representan algo más que palabras vacías. Transparencia política y control ciudadano son parte de la forma que los alemanes tienen de hacer política, exactamente igual que la cúpula de cristal del parlamento alemán es parte de la forma de su congreso.

Comparemos algunas imágenes del Bundestag con algunas imágenes de la Honorable Cámara de Diputados del parlamento argentino:

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[divider_flat] El Bundestag

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[divider_flat] La cámara baja del Honorable Congreso de la Nación

Lo primero que salta a la vista son las diferencias de estilo (de forma, si se quiere): uno es moderno y austero, con espartanos muebles de tela y metal, de amplias dimensiones y abundante luz natural y con enormes palcos para que cualquiera que así lo desee pueda presenciar las sesiones parlamentarias1. El otro, con sillones estilo Luis XV y pesados cortinados rojo-sangre, marmol en las paredes y columnas grecoromanas: lo que comunmente se denomina estilo neoclásico o monumentalismo2

Uno de los estilos expresa debate. El otro expresa poder.

En las reglas que determinan la interacción con ámbas instituciones (el protocolo: la forma de la forma por excelencia) esa diferencia se ve repetida. Uno es el «Honorable Senado de la Nación» y sus integrantes son todos «honorables», un honor (valga la redundancia) que no le cabe al resto de los ciudadanos. Por el contrario, los parlamentarios alemanes son «Estimados»: exactamente al igual que cualquiera.

En resumen, la forma de la política en Sudamérica es la forma del Poder, mientras que en Europa es la forma del Debate. Hay miles de fenómenos que confluyen en lo mismo.3 Por supuesto, las cuestiones de forma no reflejan en un 100% las cuestiones de fondo. No estoy diciendo eso. En todas las formas políticas hay espacio para el clientelismo, para la corrupción, para la mojigatería y para la bigotería de los imbéciles y de los trepadores. Como en todos los espejos, los reflejos nunca son aquello que muestran. Pero sí ofrecen una imágen orientativa, un proyecto de realidad, un soporte sobre los que elaborar observaciones.

A continuación quiero presentar dos ejemplos más en donde se hace áun más evidente la relación entre forma y contenido; y para ahondar en la metáfora anterior: uno con respecto a la transparencia política y el otro con respecto al control ciudadano.

Sobre la transparencia política: La relación del gobierno con la prensa

La forma de la relación del gobierno con la prensa es uno de los indicadores más certeros de transparencia política. Más allá de la publicación del Boletín Oficial (cuaya función es, por definición, comunicar las acciones del gobierno), la forma en la que los gobiernos se sitúan y reaccionan frente a la prensa independiente (cuya función es, por definición, comunicar los errores del gobierno) dice mucho sobre la forma de hacer política del oficialismo. En este contexto, las conferencias de prensa son el centro neurálgico de dicha relación

Una institución no gubernamental, nacida con la república federal alemana en octubre de 1949, es la Bundespressekonferenz («Conferencia Federal de Prensa» o «BPK», por sus siglas en alemán). Dicha institución nuclea a más de novecientos periodistas alemanes y extranjeros, sin importar para qué medio trabajen: cualquier periodista acreditado como tal puede formar parte de ella.

Tres veces por semana, la BPK invita a los miembros del gobierno (voceros, ministros o el canciller de turno) a una conferencia de prensa en donde exponer las acciones de gobierno y responder preguntas.

¿Queda clara la realción formal del gobierno alemán con la prensa? En lugar de ser el gobierno el anfitrión de las conferencias de prensa, armadas para hacer declaraciones, invitar a los medios a su antojo, determinar preferencias y dirigir las preguntas, aquí simplemente se invirtió la relación de poder: es la prensa quién invita al gobierno a dar explicaciones. (Convengamos que los alemanes, después de haber tenido un Ministerio de Propaganda, aprendieron la lección).

Aquí no hay Cadena Nacional, no hay invitados especiales, no hay jerarquías determinadas por quién pueda sentarse más o menos cerca del orador; no hay gendarmes en posición de firmes detrás del presidente, no hay interminables aplausos cada cuatro palabras ni matones prepoteando a los pocos periodistas presentes que, a veces, se animan a no aplaudir. La sala de conferencias no está dentro de la casa de gobierno; los dueños del recinto son los periodistas y el gobierno es su invitado.

Que el presidente tenga que bajar de la cancillería y dirigirse a una institución civil a responder preguntas, semana tras semana, es una imagen extraña, pero también es una forma de hacer política.

Sobre el control ciudadano: La petición popular

Otra de las formas es la figura de la Petición Popular. Existe tanto en Argentina, reglamentada por la Ley 24.717 y amparada por el artículo 39 de la constitución nacional, como en Alemania, reglamentada por la Ley GGArt45cG y las Normas de la Comisión Parlamentaria Permanente para el Tratamiento de las Peticiones Populares y amparada por los artículos 17 y 45c de la constitución alemana.

Aunque en este estricto aspecto formal, parecieran existir más similitudes que diferencias, basta examinar la forma (o sea: el texto de la ley) con un poco de detenimiento para que las similitudes acaben abruptamente; comparando el texto de las leyes surgen, otra vez, la Forma del Poder y la Forma del Debate. Examinarlas en detalle extendería insoportablemente la longitud de este texto; alcanza decir que las trabas impuestas en la legislación argentina son tales, que resulta practicamente imposible presentar una propuesta ciudadana al congreso. Por otro lado, el parlamento alemán cuenta con un órgano especialmente abocado a tratar peticiones ciudadanas (la «Comisión Parlamentaria Permanente para el Tratamiento de las Peticiones Populares«), que tramita un promedio de 17.200 (en letras: diesisiete mil doscientas) peticiones por año (En este contexto, «Tramitar» significa: 1. recibir, 2. estudiar, 3. rechazar o derivar la petición para su debate legislativo (a la cámara de diputados, al ejecutivo o al parlamento europeo, según corresponda), 4. informar al remitente y 5. justificar su decisión)

He aquí un pequeño resumen de las diferencias en la aplicación práctica de ámbas legislaciones:


[divider_flat] * Informe Anual 2011 de la Comisión Parlamentaria.

Formas de gobierno hay muchas. Ninguna es perfecta; casi todas se llaman Democracia. Algunas son más democráticas que otras. Fijarse en las formas es una buena manera de acercarse a los contenidos. Aunque Usted no lo crea.

  1. Hasta los turistas que visitan el edificio, de hecho, al situarse junto a la parte exterior de la ya mencionada cúpula pueden ver a los parlamentarios debatir, como bien lo señaló Miguel de Figueroa en su nota publicada en la Nexos de este mes []
  2. Y si nos ponemos políticos, también: «Realismo socialista» o «Estética Faccista» []
  3. Por ejemplo, el «verticalismo político» es algo a lo que los argentinos estamos acostumbrados; y si el presidente electo no es un completo idiota, en el transcurso de los primeros dos o tres años de gobierno logrará acumular un volumen de poder considerable, que va más allá del caudal de poder natural de la institución del ejecutivo. Los argentinos logramos construír, con el correr de la historia, una democracia que convive con un «sistema presidencialista» []

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