Se acerca fin de año y entre las muchas cosas que solemos hacer, (aunque la mayoría sean estupideces supersticiosas, mal llamadas «obligaciones sociales» (pues ni son obligaciones ni son sociales) y autopromesas que sabemos autoengaños), hay dos que estan buenas: regalarnos cosas y pasar revista del año que termina. Este, definitivamente, no es el espacio en donde pretender hacer eso de manera tradicional: en el primer caso por un impedimento físico y en el segundo, por uno ético: pasar revista de nuestras acciones y de nuestra evolución es un proceso demasiado íntimo como para hacerlo público.
Sin embargo, sí hay algo que puedo hacer y que combina ámbas cosas de forma marcadamente internáutica: postear una lista de discos, películas y libros que descubrí y me acompañaron durante este año que termina, y seguramente seguirán conmigo muchos años más: mi «Top Twenty» (+1) del 2011, si se quiere. (Tampoco es que mis recomendaciones sean un gran obsequio, pero es lo que hay, como decimos por el sur). Si te preguntás por qué siete, te contesto con otra pregunta: ¿Tres te hubiera parecido más «natural»? ¿O diez? ¿Porqué?
Todo esto, con la excepción de dos o tres de los libros, está a un par de clicks de distancia.
¡Feliz saturnalia y buen 2012 para todos!
MÚSICA
1. A Dramatic Turn of Events (2011) – Dream Theater
En lo personal creo que es lo mejorcito que hicieron los newyorkinos desde Scenes from a Memory, que ya tiene casi doce años. En los últimos años, DT me venía decepcionando cada vez más, y me daba la impresión de que la consolidación técnica, cada vez más impecable, venía acompañada de cada vez más intrascendencia y cada vez menos cosas para decir. Este disco ayudó a reencontrarme con la banda. (Hablo siempre desde lo musical, la lírica de los muchachos siempre fue paupérrima. Y el resto de las pendejadas en torno a DT (la salida de Mike Portnoy, etc.) no me preocupan ni me ocupan en lo más mínimo.)
2. Bach’s Goldberg Variations (1989) – Keith Jarrett
Este disco tiene una particularidad: Keith Jarrett toca las variaciones en el padre del piano: el clavicémbalo (instrumento para el cual, dicho sea de paso, fueron compuestas las variaciones). Ya eso de por sí es raro, y además, Jarrett le da un tempo bastante más lento de lo que estamos acostumbrados, sin por ello renunciar a su tradicional virtuosismo. Recomendadísimo disco, sobre todo si te gusta Bach y ya tenés escuchadas las Variaciones.
3. Live at St. Gallen (2005) – John Butler Trio
John Butler fue mi muy personal revelación del año. Gracias a Juan Pablo, que me lo hizo escuchar una noche y como al pasar, entre empanadas y vino tinto. Intstrumentista virtuoso y al mismo tiempo natural (todo pareciera resultarle sumamente fácil), logra una maravillosa mezcla con elementos del Country, Rock, Indie y Jazz. Tiene un par de momentos muy conmovedores; y un aspecto muy hippie de «paz y amor» que transporta a su música de forma muy natural y sin perderse en trances inocuos en ningún momento.
4. Long distance calling (2011) – Long Distance Calling
Otra descubrimiento del año fue, para mí, no este grupo en especial, sino más bien su estilo: el Post-Rock, una especie de Rock Progresivo pero con menos metal y más electrónica. Entre los grupos que escuché, Long Distance Calling fue uno de los que más me gustó. Debo aclarar que después de escuchar a varios, me dio la impresión de que, por momentos, el género se agota, es como si se quedaran sin ideas… lo cual, en mi personalísima opinión, podría deberse a la falta casi absoluta de líneas vocales y la sobremarcada orientación electrónica.
5. Medicine Music (1990) – Bobby McFerrin
A este disco le debía una revisada desde que salió, hace más de veinte años. Claro que en aquel entonces, todos asociabamos a «Don’t worry, be happy» con el nombre de McFerrin, que estaba simpático pero nunca dejó de ser nada más que un hit de MTV. Que increíble este Bobby McFerrin, las cosas que hace con la voz casi que no son humanas. Y como nunca es tarde cuando la dicha es buena, si luego de veinte años todavía no escuchaste la maravillosa música medicinal de Bob… el 2012 es un buen año para consiguir el CD y reparar ese equívoco.
6. Viaticum (2005) – Essbjörn Svensson Trio
Qué decir de e.s.t. que no haya dicho ya… Si el 2010 me atrapó con Leucocyte, en el 2011 creo que en promedio no hubo dia en que no escuchara, por lo menos una vez, este maravilloso disco. Los mundos sonoros creados por los escandinavos son tan raros… y tan clara y delicadamente líricos. Una música extraña, atrapante, explosiva, necesaria y muy emocional.
7. Voice (2011) – Hiromi Uehara
Si tuviera que elegir uno entre todos los discos que escuché en el 2011, sin duda sería este (y de seguro estaría entre los 10 de toda mi vida). La japonesa dijo sobre la música de este disco, pretender «llegar desde mis corazón al corazón de otros; y no desde mis dedos a los oídos de los demás». Y vaya si lo logra. Acompañada, eso sí, por dos gigantes que están muy a su altura (Anthony Jackson y Simon Phillips), «The Trio Project» hace la fusión más lograda entre música progresiva, rock y jazz que se haya hecho nunca, y en lo personal, me regaló uno de los pianos más increíbles que escuché nunca. Gracias.
CINE
1. Black Swan (2010) – Darren Aronofsky
Cuando en el 2010 se estrenó «El cisne negro», una de las primeras cosas que se me cruzó por la cabeza al ver la promoción fue «uh, otra aburrida película de ballet». Eso, sumado al hecho de que la anterior película de Darren Aronofsky, «El luchador», había sido una enorme decepción, contribuyeron a la rápida formación de un prejuicio inconsciente, pero lo bastante fuerte para impedir que la viera en su momento. Que gran equivocación y que agradable sorpresa toparme con una de las mejores películas del año, con una Natalie Portman decididamente adulta, una dirección impecable y una narrativa digna de todos los reconocimientos habidos y por haber. A veces da gusto equivocarse.
2. Keane (2004) – Lodge Kerrigan
Si Keane no fue la mejor película que vi en el año, sí fue la más dura. Hiperrealista en dirección, actuación y edición, cumpliría todos los requisitos para tener el diplomita del Dogma95. Al momento de su estreno pasó por las pocas salas en donde se presentó sin penas ni gloria, y solo dos años después logró cierto reconocimiento indirecto, debido al hecho fortuito de que una niña, parte del elenco y con un papel menor (Abigail Breslin) había saltado al estrellato con «Little Miss Sunshine». Lo cual es sumamente injusto, porque el trabajo del protagonista (Damian Lewis) es tan impresionante que habría que declararlo mejor actor de la historia, unícamente por su actuación para esta película. ¡Sumamente recomendable! (Encontrarla es un poco difícil, pero se encuentra: vale la pena)
3. La piel que habito (2011) – Pedro Almodóvar
Para mi gusto, éste es el Almodóvar más prolijo, más perturbador, más brillante y más hermoso. Logró destronar a «Todo sobre mi madre» del podio de «La mejor película de Almodovar». Cada fotograma una delicia y una narrativa impecable. Y en el medio de la película: la sorpresa más sorprendente de la historia del cine… no la vi venir ni de lejos. Acá Pedro hizo TODO bien y hasta logró hacer actuar a Banderas. Si eso no es un logro… No vean la versión grabada del cine, por favor, gran parte de la belleza de «La piel…» está en la fotografía. Ya hay un DVDRip dando vueltas por ahí, los 5 minutos de búsqueda serán recompensados con creces.
4. Sucker Punch (2011) – Zack Snyder
Otra agradabilísima sorpresa: entré al cine para hacer tiempo una tarde de lluvia, dispuesto a dejar pasar sobre mi dos horas de entretenimiento adolescente y liviano, y me encontré en medio de una tormenta visual y sonora extremadamente bien lograda, que si bien está dirigida a un espectador adolescente, no por ello renuncia a nadar en medio de un planteo profundamente filosófico. Un poco (apenas!) de openmind por parte de quienes tengan cierta resistencia a la estética de videojuego, abrirá lecturas inesperadas. Vale la pena.
5. The Hours (2002) – Stephen Daldry
Sin lugar a dudas, está fue la mejor película que vi en el 2011. Esta vez, gracias a Richard, que insistió e insistió hasta que las barreras del prejuicio cayeron y prendimos el DVD. No sé por qué diablos tenía una idea totalmente equivocada de este filme, tal vez por el maldito poster de promoción, que muestra a las tres mujeres como si la historia fuera la de «Tres Generaciones de Power of Woman», una especie de saga generacional-familiar-feminista que no tenía ganas de ver. Nada que ver. Irónicamente, el «power of (actress-) woman» concentrado en este filme es tan impresionante que por momentos la pantalla parece estar por explotar. No es para menos: con semejante reparto (Nicole Kidman, Julianne Moore y Maryl Streep) y un planteo sumamente original (una mujer que escribe un personaje, una mujer que lo lee y una que lo es) la película gira en torno a lo importante y lo necesario, sí, de la emancipación femenina, y hasta se anima a ir un poco más allá.
6. The Housemaid (2010) – Im Sang-soo
«The Housemaid» es un remake del clásico homónimo de 1960, ámbos filmes coreanos. No vi el original, pero esta versión es realmente exquisita. Al igual que «La piel que habito» esta película vive de la fotografía, prolija, cuidadísima, impecable. El argumento es el de una telenovela centroamericana hecha drama, y logra ser convincente y maduro (sic!). Para ser sinceros: hasta ver esta película, yo creía que tal cosa era una imposibilidad ontológica. Pero no, era posible: otra vez más, me alegra haber estado tan errado. Con una fuerte crítica social que funciona solo en retrospectiva y que tiene dos pasos: primero la crítica fácil (al sistema como orden económico) y después la más profunda (al sistema como orden socio-cultural). Si te gusta el cine oriental, imperdible.
7. The Machinist (2004) – Brad Anderson
A decir verdad, después del éxito de Matrix y Fight Club (curiosamente, ámbas de 1999), las ideas de «la realidad no es lo que parece» y de «la relatividad del ser» se convirtieron, para la industria del cine y más allá de la ciencia ficción, no solo en argumentos viables, sino en una fórmula segura de éxito, yendo a parar rápidamente al cajón de «Posibles guiones para cuando no se nos ocurra nada» junto con: «amor imposible», «veterano de guerra que vuelve a casa y no puede incorporarse a la sociedad a causa del trauma sufrido», «violencia y sexo», «condenado por un crimen que no cometió y tiranizado por el director de la prisión», «alien que se incuba dentro de las personas y cuando sale se las come» y tantos otros tópicos masticados y escupidos y vueltos a masticar y vueltos a escupir… hasta el cansancio. Esta película es una agradable excepción, logrando crear una atmósfera oscura, pesada y tensa durante 98 minutos, un descenlace (obviamente) sorprendente, una narrativa prolija y un Christian Bale realmente admirable.
LIBROS
1. Ampliación del campo de batalla (1994, 1997) – Michael Houellebecq
Ya había leído este libro hace algunos años, en el 2008, creo. Fue mi primer Houellebecq (tardíamente, he de reconocer) y desde entonces he leído otras novelas del escritor francés, pero creo que ninguna de las que conozco alcanza la calidad de esta novela. La relectura fue igual de electrizante, igual de emocionante, igual de sorprendente que la primera lectura; y si bien la novela es relativamente corta y se lee en unas cuantas sesiones, el efecto posterior es largo: en mi duró por lo menos tres o cuatro semanas. Con muchas frases para subrayar. En mi opinión, proyecta una mirada implacable sobre el europeo del siglo XXI – y sobre su especial neurosis.
2. Cambio (1974, 1992) – Paul Watzlawick
De lo que conozco de Paul Watzlawick, esta obra es la más «clínica» de todas. Después de dos capítulos teóricos, en donde se presenta la teoría del cambio desde una perspectiva constructivista, se dedica un extenso capítulo a la presentación de ejemplos tomados de un contexto clínico real, que a la vez podría leerse como un pequeño manual de acción para hacer frente a situaciones similares. Sin embargo, no por ello deja éste de ser un libro entretenido y colmado de humor, bien al estilo Watzlawickeano. Demuestra que el constructivismo, más que una teoría filosófica alejada de la realidad, tiene aplicaciones prácticas concretas (en este caso dentro de la psicología). No lo recomendaría como obra de introducción al constructivismo, pero tampoco hace falta ser un experto en nada para disfrutar de su lectura y aprender un par de cosas.
3. Conocimiento y creencia (1969, 1974) – A. Phillips Griffiths
Este libro cayó por casualidad en mis manos, en un anticuario, y en seguida el título me llamó la atención. Es una recopilación de artículos sobre epistemología y la teoría del conocimiento que comienza bastante lejos (a fines del siglo XIX) y llega hasta la mitad del siglo XX. Publicado en 1967 por la Oxford University Press, ninguno de los autores me era conocido, pero sus postulados son sorprendentemente modernos. ¿Qué es el conocimiento? ¿Cómo aprehenderlo? ¿Cómo diferenciar conocimiento de creencia? ¿Qué es la verdad? ¿Podemos acercarnos a ella? Son algunos de los interrogantes sobre los que giran los textos reunidos aquí.
4. Dios no es bueno (2007, 2008) – Christopher Hitchens
Qué decir de «God is not great», del recientemente fallecido Christopher Hitchens. Muchas veces leí por ahí que el libro es «un alegato en contra de la existencia de Dios» o «la prueba definitiva de la no-existencia de Dios». Dichas sentencias no pueden interpretarse sino como un burdo intento de manipulación y propaganda (Hitchens, al igual que sus colegas del «nuevo ateismo», era perfectamente conciente de la imposibilidad de probar la inexistencia de Dios, o de nada. Dejen de repetir esa falacia, ¡por favor!). El libro, simplemente, es un intento por sistematizar los motivos (los hay de sobra!) para alejar a la religión del ámbito público y por terminar con la ESTÚPIDA creencia de que la religión es «un mal necesario», que sin religión los hombres están perdidos, sin brújula moral, capaces de cometer las más horrendas atrocidades, que (con palabras de Dostojevski), «si Dios no existe habría que inventarlo». La religión es un mal absolutamente innecesario, y nuestra especie solo podrá alcanzar la madurez cuando haya aceptado esa simple verdad.
5. Notas de viaje (2011) – Juan P. Sáenz
Me es imposible juzgar la calidad de este libro porque lo escribí yo, pero sí es cierto que fue uno de mis «libros del año». No por haberlo escrito (ni por haberlo leído); sino por haberlo maquetado y publicado en papel… fue toda una experiencia.
6. Pensamiento y religión en el México antiguo (1957) – Laurette Séjourné
Dentro de la gran cantidad de literatura que existe sobre la cultura Nahuatl, este libro fue un gran descubrimiento, por lo menos para el neófito en el tema (pero con ganas de aprender un poco más) que soy. Luego de una brave reseña histórica de la conquista y destrucción del imperio, se abordan los dos grandes temas «Lenguaje» (o por qué no: pensamiento) y «Religión» Nahuatl. Muy recomendable como introducción a la mitología azteca: es sólida y sencilla a la vez. Después de disfrutar de la lectura de este libro, en tu mente habrá un mapa con los principales personajes mitológicos e históricos, y una mejor comprensión general de la cultura nahuatl. La autora fue una reconocida arqueóloga franco-mexicana que trabajó para el Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de Mexico durante la década de 1960.
7. Studien zur nächsten Gesellschaft (2007) – Dirk Baecker
Hace mucho que leo a Dirk Baecker en particular y a otros teóricos de sistemas en general, pero este libro en especial me ocupó varias noches de este año pues lo estoy traduciendo al español. En realidad el proyecto está un poco parado por falta de tiempo, pero soy optimista y creo que en el transcurso del 2012 lo voy a terminar. Mientras tanto, dejé una breve reseña (y la traducción de la introducción) aquí, algo mucho más extenso y completo de lo que podría escribir en este lugar.
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