El periodismo real y sus concecuencias1
Por Tim Cole
Cuando se habla del nuevo poder de los Blogers, mis colegas (todos periodistas profesionales) casi siempre fruncen el ceño. «Son unos improvisados» me dijo uno el otro día. El argumento que esgrimía va más o menos como sigue: un periodista que ha aprendido el oficio, sabe cómo chequear sus fuentes y cómo verificar los hechos y por ello resulta mucho más confiable que los blogers entusiastas que simplemente escriben lo que les viene en gana.
Me acordé de aquella conversación cuando leí en el New York Times cómo se produjo, la semana pasada, la dramática caída de las bolsas de todo el mundo, cuya causa principal (como todos sabemos) fue la supuesta situación crítica de la banca francesa, más específicamente de la Societé Générale. En pocas horas, su valor en la bolsa había perdido más de un 20%, lo que produjo pánico entre los accionistas y condujo a que las acciones fueran momentáneamente suspendidas en el mercado de valores.
Ahora se sabe qué fue lo que pasó: fueron precisamente dos periodistas del Daily Mail (seriosísimos ámbos), «víctimas» de una falsa noticia. Para comprender este suceso hay que entender lo que en el ambiente periodístico (alemán) suele denominarse «Sommerloch».2 Los anglosajones tienen una palabra mucho mejor: «silly season» («Temporada tonta»), porque los periodistas, en su desesperación, inflan noticias intrascendentes, se dejan manipular por cualquier político con ínfulas de grandeza o buscan descaradamete el rumor: lo único que importa es llenar las páginas del periódico.
Hace ya mucho tiempo que los franceses inventaron la fiction politique para soportar los horribles y vacíos meses del verano: largos relatos de suspenso político, por lo general en más de una entrega, que suelen incorporar elementos político-económicos y cuya raison d’être deviene de la pretensión de sus autores de aproximarse lo más posible a la realidad; después de todo, son escritos por «periodistas reales superprofesionales«, quienes por lo general informan sobre hechos reales y que por eso pueden contestar mejor que nadie a la pregunta sobre qué pasaría si…
El prestigioso periódico parisino Le Monde tituló a su ficción política de este año “Terminus pour l’euro” (“El fin del Euro”). La historia comienza en mayo de 2012, cuando el Premier francés Nicolas Sarkozy se entera, en la noche de su reelección, que su amiga Angela Merkel está en peligro de ser derrocada por un grupo de políticos rebeldes de su propio partido CSU/CSU, quienes intentan abolir el Euro. Poco después, la suprema corte alemana dictamina la inconstitucionalidad del Pacto de Salvataje al Euro. Y la historía contínua así. Fascinante, ¿verdad?
La historia venía adornada con incontables y catastróficos anuncios del mundo de las finanzas, todos inventados de cabo a rabo, entre los cuales se encontraba la noticia de la situación crítica del prestigioso banco francés Société Générale, supuestamente doblegado por el peso de los créditos a Grecia. Sonaba todo muy plausible, pero no dejaba de ser ficción. Y por eso, para que a nadie se le ocurriera la estúpida idea de creer que la historia era real, los redactores de Le Monde escribieron sobre el artículo, en letras grandes y negritas, las palabras «Suite de la fiction».
Pero a los periodistas ingleses se les debe haber escapado dicha aclaración. O quizás hayan traducido el artículo de Le Monde (que por supuesto estaba redactado en francés) con la ayuda de Google y por eso no entendieron la advertencia («Continuación de la ficción»). Sea como sea, en la inflada historia para el Dialy Mail sobre los bancos en crisis no dejaron de citar al Le Monde como fuente de la información, como corresponde a periodistas reales y superprofesionales. Pero desde ese momento comenzó a funcionar la maquinaria natural y autómata de los medios: uno tras otro, los demás medios se hicieron eco de la noticia del Dialy Mail. «Una oscura nube de rumores se cierne sobre la Societé Générale«, tituló el ARD en su sitio web boerse.ard.de. A esta altura ya no había desmentida que pudiera servir de nada; «¡Es completa basura!» les balbuceaba por teléfono el director de la entidad bancaria, Frederic Oudea, a los periodistas reales y superprofesionales que lo llamaban a todas horas. Pero ya no había marcha atrás, la noticia ya estaba en los News Tickers de todas las bolsas del mundo, desde donde se introdujo por internet a los algorítmos de los sistemas informatizados de comercio bursátil que instantáneamente se configuraron en modo de «Venta Pánico». El sistema financiero estaba, una vez más, al borde del abismo.
El resto es historia. En algún momento, las acciones comenzaron a subir y hasta la «Sogenal», como le dicen cariñosamente en Francia, levantó casi quince puntos. Con las aguas ya calmas todo el mundo comenzó a especular con los motivos del desastre. «Debe haber sido pánico puro. De otra forma no se explican las turbulencias bursátiles de las últimas dos semanas» vaticinó como un oráculo la revista alemana Focus. El prestigioso analista económico Zachary Karabell dijo que la catástrofe había sido producida por una «gran pérdida de fe en Wall Street«.
En ningún momento se le ocurrió culpar a la gran pérdida de fe en los medios tradicionales. Quizás debiera haberle preguntado a algún Blogger: en el MoneyBlog, a menos de dos dias de estallada la crisis, podía leerse cómo el Daily Mail había confundido ficción con realidad. Pero nadie le cree a los improvisados.
- Artículo original «Absturz ins Sommerloch», («La caída al pozo del verano») de Tim Cole, aparecido en su blog el 15 de Agosto de 2011. La traducción, el subrayado y los enlaces son míos. [↩]
- lit. «Pozo del Verano»: lo que en español se denomina «Serpiente de verano». N.d.T. [↩]
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