Eso es todo. Crezcan o mueran

Este es el monólogo final de la película «Religiolus» de Bill Maher. Brillante, elocuente y gracioso al mismo tiempo. Abajo dejo un enlace a una versión subtitulada al español (Si siguen el enlace a YouTube pueden ver la película completa)

«La ironía de la religión es que con su poder de desviar al hombre en direcciones destructivas, el mundo podría llegar a su fin realmente. La cuestión es simple: la religión debe morir para que la humanidad sobreviva. Ya es muy tarde como para darnos el lujo de permitir que las decisiones claves sean tomadas por gente religiosa, por los irracionales, por quienes manejan el timón del estado no con una brújula, sino con el equivalente de andar interpretando las vísceras de una gallina.

George Bush rezó mucho por Irak, pero no aprendió mucho al respecto… La fe es hacer culto de la «virtud» de no pensar. No es algo como para estar presumiendo; y sin embargo, aquellos que predican la fe y la permiten y la elevan, son nuestros amos intelectuales, manteniendo a la humanidad esclavizada por la fantasía y la irracionalidad que ha engendrado y justificado tanta locura y tanta destrucción.

La religión es peligrosa, porque permite que los seres humanos, que no poseen todas las respuestas, creer que sí las tienen. A la mayoría le encanta oírse decir «Estoy dispuesto, Señor, haré lo que tu decidas». Pero como no hay ningún dios hablándonos, ese vacío es ocupado por gente, con su corrupción, sus limitaciones y sus objetivos personales. Y cualquiera que les diga que sabe lo que sucede después de la muerte… miente. ¿Cómo estoy tan seguro? Porque yo no sé, y nadie tiene poderes especiales que yo no tenga.

La única actitud apropiada para el hombre ante los «grandes interrogantes» no es la certeza arrogante que ha sido siempre el distintivo de la religión; sino la duda. La duda es humilde, y así deberíamos ser los seres humanos, considerando que nuestra historia es solo una letal acumulación de equivocaciones.

Por eso la gente racional, los antireligiosos, deben dejar su timidez de lado, salir del armario y hacerse valer. Y quienes se consideran solo moderadamente religiosos, deben mirarse al espejo y darse cuenta de que el consuelo y el confort que les brinda la religión tienen un costo terrible. Si cualquiera de ustedes perteneciera a un partido político, o a un club social que predicara tanta intolerancia, misogínia, homofobia, violencia e ignorancia como lo hace la iglesia… renunciarían en señal de protesta. No hacerlo sería aprobar todo aquello.

Si el mundo llega a acabarse, o si un día nos encontramos cojeando hacia un futuro incierto, diezmados por los efectos del terrorismo nuclear inspirado en la religión, recordemos cuál fué el verdadero problema:

Que aprendimos a precipitar el fin del mundo antes de poder superar la enfermedad neurológica de desear que suceda.

Eso es todo. Crezcan o mueran.»


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